El Día Internacional del Hombre se conmemora cada 19 de noviembre desde 1992. Fue establecido por Tomas Oaster, ​ profesor de la Universidad de Misuri-Kansas, pero este día no fue popularizado hasta el año 1999 que fue​ cuando empezó a conmemorarse internacionalmente.

 La pretensión fundamental de esta celebración es poner en valor los modelos masculinos positivos, promover la igualdad de género y velar por la salud de los hombres entre otros. Precisamente esta fecha coincide con el mes del “Movember” movimiento establecido en 2003 y secundado de forma oficial por 21 países para crear conciencia y velar por temas relacionados con la salud del hombre.

Cada año se centra esta celebración en una temática concreta y se ponen en el punto de mira unos objetivos específicos relacionados con el hombre. En este año, el 2020, el foco de atención se ha puesto en “Una mejor salud para hombres y niños” con el objetivo de realizar mejoras, tanto en las prácticas de salud como de bienestar de la población masculina.

La educación que recibimos y la cultura que heredamos configuran a través de mujeres y hombres la sociedad actual en la que vivimos. Este legado afecta a ambos sexos, aunque han sido las mujeres las que han salido peor paradas. Han sido ellas a las que las ha tocado estar por detrás de los hombres, han sido relegadas al espacio privado, sometidas a la voluntad del hombre y sujetas a una discriminación legal aceptada por el sistema; pero la peor noticia es que no hablamos en pasado. Que esto haya sido y siga siendo así también afecta a los hombres ya que ellos también tienen su “papel” en el desempeño de los roles establecidos.

En la actualidad muchos varones son plenamente conscientes de sus privilegios y no están dispuestos a renunciar a ellos, otros ni siquiera lo son, pero tampoco quieren que las cosas cambien. Sin embargo, y cada vez más, existen más hombres que cuentan con este conocimiento y que sí quieren cambiar las reglas del juego y que además quieren hacerlo al lado de las mujeres a través del feminismo y de la igualdad. Son estos últimos los que merecen un reconocimiento y un apoyo ya que ellos desgraciadamente también son hijos del patriarcado y llevan en lo más profundo de su ADN todos sus postulados.

En este sentido cabe destacar por ejemplo que, en más de un año, el objetivo del Día Internacional del Hombre ha tenido como objetivo principal o de forma tangencial el suicidio masculino. Según datos de la OMS se muestra que los varones mueren, en promedio, 5 años antes que las mujeres. ​ En parte, esa menor esperanza de vida, se explica porque, globalmente, tres varones se quitan la vida por cada mujer llegando a ser esta proporción más elevada aun en otros países como por ejemplo Rusia. ​ El suicidio masculino es silencioso y en gran parte es debido y tiene su origen en la educación y en la socialización que también han recibido ellos. Antes hablábamos del lugar que se había establecido para las mujeres, pero también cabe señalarse la diferente educación y los diferentes recursos que se han concedido a cada sexo para gestionar sus emociones. Las mujeres son educadas en la empatía y en la serenidad y se las dota de más herramientas para poder expresarse emocionalmente. Por el contrario, a los hombres el campo emocional se les tiene vetado, desde que son pequeños no se les permite llorar o expresar sus emociones, sino que son instruidos en la contención, ya que si no se comportan como socialmente se espera de ellos, se les compara con mujeres con el ánimo de ridiculizarles y de hacerles sentir más débiles. La educación emocional es una fortaleza y no una debilidad, por lo que nadie debería de ser privado de ella para poderse desarrollar como un ser humano plenamente. Es por esta circunstancia que las mujeres saben gestionar, por lo general, mejor sus inquietudes, emociones y crisis y es por ello que su tasa de suicidio es más baja, porque cuentan con más herramientas y recursos para administrar y resolver sus padecimientos.

Es por todo ello, por lo que el Día Internacional del Hombre debe ser destinado como un símbolo y como una vía más para caminar al lado del feminismo, para promover así la equidad y para fomentar una socialización y una educación basadas en los principios de igualdad, diversidad, naturalidad y respeto.

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